Friday, May 27, 2011

Verano

Esta historia que os voy a contar pasó el verano pasado, mientras veraneaba con mis padres en la costa del Mar Negro. Mi amigo se llama Evaristo Prezzel y se nota de calle que tiene una experiencia vital considerable, cosa que le aportó mucha sabiduría porque tal y como dice el dicho: hay que vivir para contar. A mí la playa no me atrae demasiado así que cada mañana iba al pueblo de al lado a un chiringuito alejado donde solían poner un batido refrescante de fresa y plátano y de paso me ponía a charlar con el sabiondo de Evaristo que siempre se metía con mi gorro. Yo siempre le decía que era un auténtico gorro de explorador y que algún día acabaría viajando por todo el mundo para hacer documentales interesantes. Él sonreía sin nada de maldad, sonrisas de esas que sólo los padres te las pueden ofrecer y que representan ese empujoncito para seguir adelante, y casi siempre intentaba llevarme la contraria sólo para que el debate resultase más cautivante.
Un día salió el tema del oficio, como ya tenía 18 años y mis planes de futuro estaban muy bien trazados, él pensó que este sería un buen tema conversacional para pasar el tiempo. Me preguntó qué pensaba sobre su oficio y le contesté que me parecía uno muy placentero pero que no le ofrecía demasiadas posibilidades para ascender socialmente o para ir de viaje a otro país, por ejemplo. Me contestó que estaba muy equivocada… que su trabajo era uno maravilloso y me quedé un poco con la duda. ¿Cómo va a ser un trabajo de camarero uno maravilloso cuando es evidente que el pago es escaso y además tienes que quedarte todo el tiempo en el mismo lugar haciendo las mismas cosas?
- Pues sí, es maravilloso, a mí me encanta- me contestó Evaristo.
- Bueno, cuál sería la definición de un trabajo maravilloso… si es que eso existe- le pregunté yo.
- Creo que ese trabajo sólo existe si nosotros nos proponemos eso, todo parte de nuestro interior y de cómo enfocamos las cosas. Un trabajo maravilloso es aquel que no te ocupa todo el día o toda la noche y que te da la posibilidad de hacer después cosas que realmente te gustan.
- ¿Y qué? ¿El dinero no importa?- salté yo.
- Sí, claro que es importante sólo que la energía con la que te quedas después de trabajar es mucho más importante. Un oficio que te deshumaniza, que te chupa toda la seva, que te deshonra y que te da mucho dinero (y eso que jamás vamos a tener demasiado dinero… el ser humano es así) no podrá ser siempre un trabajo maravilloso. Será un infierno.
- Bueno… creo que es hora de irme, he de comer.
- Venga, chavalota, cuídate mucho y procura de vivir un poco el presente. Al final todos los planes se cumplen, más tarde o más temprano.
- Vale.
Le sonreí y me marché.

No comments:

Post a Comment

Note: Only a member of this blog may post a comment.