Monday, November 1, 2010

Casualidad.

Tenía dos euros sueltos en los bolsillos y una tarde libre de vaguear o de hacer lo que más le apetecía: deambular las calles. Terminó de comer y fue a comprarse un periódico para tener algo con que entretenerse en el parque. Estaba en la Gran Vía y tenía pensado pasar por la Plaza de España, Calle Princesa, mirar la cartelera del cine y después pasar el tiempo en un banco al lado del Templo de Debod.
Las calles a esa hora estaban medio desiertas y una ligera brisa primaveral le desordenaba el pelo recién lavado. Esa zona del templo le gustaba mucho por varias razones, una de ellas era porque siempre a esas horas no había casi nadie, había una luz muy bonita que junto al verde del parque hacía un paisaje maravilloso. También era una zona desde donde se podía contemplar toda la ciudad. Escogió un banco, siempre solía sentarse en el mismo banco que estaba en un punto a la derecha, cerca de las escaleras de entrada y en donde casi nadie se sentaba. Abrió el periódico y se puso a mirar la sección de política y después la de economía. Hace unos meses había tomado la decisión de dejar de ver la tele o de leer los periódicos, sólo le causaban dolores de estómago o se daba cuenta de que el mundo de la política estaba ya en una situación rumbo al fracaso total, en resumen, que todos los políticos eran unos farsantes. Después de pasar rápidamente los titulares y sacar un ligero ¡bah! fue a mirar las últimas páginas llenas de anuncios y su mirada se detuvo encima de un fragmento, era más bien una descripción:
Hola, soy una chica de unos 25 años y la semana pasada, el domingo, sobre las cuatro y media por la tarde, te vi en el Templo de Debod. Eres un chico delgado, con el pelo castaño, llevas unas gafas redondas tipo Roberto Bolaño, los ojos no los llegué a ver con claridad pero llevabas un jersey muy bonito color azul con rayas blancas y unos vaqueros color marino. Estabas en un banco un poco alejado y leías un libro. Me pareciste interesante y si, por casualidad, lees este mensaje me gustaría quedar contigo para tomar un café. Me llamo Sandra y éste es mi móvil: 613 245 331.

¡Era más bien una locura! Se echó a reír a carcajadas… era posible, ese jersey con rayas no le gustaba tanto, era regalo de su madre, pero llevaba las gafas redondas y recordaba muy bien que el domingo pasado había estado en el mismo sitio que ahora leyendo un libro que acababa de comprar. Se sentía un poco perseguido pero a la vez le hacía mucha gracia y decidió pensárselo, a lo mejor la iba a llamar.

4 comments:

  1. Dezvolti sau ai deja un adevarat talent de povestitor. Cel putin, pe mine ma captiveaza franturile tale de povesti. Abia astept sa te citesc din nou. :) Muza fie cu tine! :P

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  2. La irrupción del azar en la cotidaneidad reposada. Muy buen relato. Gracias.

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  3. Muchas gracias, Ángel :-), Cortázar y Madrid me han influenciado bastante.

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